Educación emocional en personas con autismo

Educación emocional en personas con autismo

Hablar de emociones no siempre es fácil. Para muchas personas con Condición del Espectro Autista (CEA), identificar, comprender y expresar lo que sienten puede ser una experiencia desafiante. Pero eso no significa que no sientan intensamente. Por el contrario: muchas veces experimentan emociones profundas, pero no encuentran la forma (o el entorno) adecuado para comunicarlas.

La educación emocional no busca cambiar a la persona, sino darle herramientas para conocerse mejor, comprender lo que ocurre dentro de sí misma y encontrar formas seguras de expresarlo. Cuando esto se trabaja desde la infancia o en cualquier momento de la vida, los beneficios se extienden a la autorregulación, las relaciones interpersonales y el bienestar general.

¿Por qué algunas personas con CEA tienen más dificultades en esta área?

Hay varios factores que pueden influir. Por ejemplo:

  • Algunas personas pueden no reconocer fácilmente sus propias emociones o las de los demás.
  • Otras pueden tener un estilo de comunicación distinto al esperado, lo que dificulta que expresen lo que sienten de forma convencional.
  • También puede haber una sobrecarga sensorial o cognitiva que impida conectar con la emoción en el momento en que ocurre.

Nada de esto implica “falta de empatía” o “frialdad emocional”, dos mitos que aún circulan. De hecho, muchas personas con CEA sienten de forma muy profunda, pero necesitan acompañamiento para canalizarlo.

¿Cómo se puede trabajar la educación emocional en personas con CEA?

Ponerle nombre a lo que sienten:
Utilizar apoyos visuales, pictogramas, termómetros emocionales o simplemente dar ejemplos concretos puede facilitar la identificación de emociones como enojo, frustración, calma o alegría.

Crear espacios seguros para expresar:
Permitir que se expresen sin juicio ni corrección constante. A veces esa expresión es verbal, otras veces es a través del juego, el arte o movimientos repetitivos que liberan tensión.

Relacionar emociones con situaciones reales:
“No te gusta cuando hay mucho ruido, eso te hace sentir incómodo” es más efectivo que decir “te estás portando mal”. Ayuda a generar conciencia de causa-efecto emocional.

Modelar desde el entorno:
Los adultos también pueden hablar en voz alta de sus propias emociones: “Estoy frustrado, voy a respirar profundo”. Esto enseña sin imponer.

Validar sin exagerar:
Frases como “entiendo que te sientas así” o “eso que sientes está bien” permiten que la persona se conecte con su experiencia emocional sin sentirse culpable o fuera de lugar.

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